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¿Qué significa “activar las semillas”? Mito o realidad

En el mundo de la alimentación saludable seguramente has escuchado hablar de la importancia de “activar las semillas”. La idea suena atractiva: despertar su potencial nutritivo y aprovechar mejor todos sus beneficios. Pero ¿qué hay de cierto en este concepto?, ¿tiene validez científica? 

 

En esta entrada te cuento qué significa realmente, qué dice la evidencia y en qué casos vale la pena hacerlo.

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¿Qué significa “activar” las semillas? 

El término “activar” se utiliza para describir el remojo de semillas, frutos secos, granos o legumbres en agua durante varias horas (a veces con un poco de sal o limón) antes de consumirlos. 

 

La lógica detrás de esta práctica es que el agua desencadena el inicio del proceso de germinación, momento en el que se activan enzimas naturales de la semilla. Esto trae consigo cambios bioquímicos que pueden mejorar su valor nutricional y digestibilidad. 

 

En la ciencia de los alimentos, a este proceso se le llama remojo, germinación o fermentación, pero no “activación”. El concepto de “activar” es más popular que técnico. 

 

Los antinutrientes: el centro de la discusión 

Las semillas y granos contienen sustancias llamadas antinutrientes, como el ácido fítico (fitatos), taninos y lectinas, que tienen la función natural de protegerlas hasta que encuentran condiciones adecuadas para germinar. 

 

El problema es que, en nuestro organismo, estas sustancias pueden: 

  • Unirse a minerales como hierro, zinc, magnesio y calcio, reduciendo su absorción. 

  • Dificultar la digestión de proteínas y carbohidratos. 

 

Aquí es donde el remojo tiene un papel importante: disminuye la concentración de antinutrientes y permite que nuestro cuerpo aproveche mejor los nutrientes de las semillas. 

 

¿Qué dice la ciencia? 

La evidencia muestra que:  

  • El remojo y la germinación reducen los fitatos y mejoran la biodisponibilidad de minerales.  

  • Aumentan algunas vitaminas, sobre todo del grupo B y vitamina C en semillas germinadas. 

  • Facilitan la digestión porque activan enzimas que descomponen proteínas y carbohidratos. 

  • En algunos casos, mejoran el sabor y la textura, lo que hace más agradable su consumo. 

 

En resumen: la ciencia sí respalda algunos de los beneficios, aunque la magnitud del efecto depende de la semilla, el tiempo de remojo y el método utilizado. 


¿Vale la pena activar todas las semillas? 

No siempre. Aquí tienes una guía práctica: 

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Cómo activar semillas en casa 

  1. Coloca las semillas en un recipiente de vidrio o cerámica. 

  2. Cúbrelas con abundante agua filtrada (3 partes de agua por 1 de semillas). 

  3. Agrega una pizca de sal o unas gotas de limón (opcional, ayuda a neutralizar antinutrientes). 

  4. Déjalas remojando entre 6 y 12 horas según el tipo de semilla. 

  5. Escúrrelas, enjuágalas bien y consúmelas directamente o úsalas en tus recetas. 

 

Si quieres dar un paso más, puedes dejarlas germinar uno o dos días, lo que potencia todavía más los cambios nutricionales. 

 

En conclusión...

El concepto de “activar las semillas” tiene base científica, aunque el término en sí no sea técnico. El remojo y la germinación permiten que las semillas despierten sus enzimas, reduzcan antinutrientes y mejoren su perfil nutricional. No es un requisito indispensable para llevar una alimentación saludable, pero sí puede ser una práctica útil si consumes muchas legumbres, cereales y semillas, o si tienes digestiones pesadas con estos alimentos. En definitiva: más que un mito, es una forma sencilla y práctica de hacer que tus semillas sean más nutritivas y fáciles de digerir. 

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